RESIGNACIÓN

Te perdí y me gané.

Te perdí y ni siquiera estoy segura de haberte encontrado.

¿Será que la batalla se gana en silenciosa resignación?

Resignación.

Aceptación.

Entender: no para ti.

La vida sin cambios me ahoga. Hacerlo todo diferente para que finalmente salga todo exactamente igual.

Capaz no es hacer, es dejar ir, soltar, entender de nuevo: no para ti.

Ya lo viviste - ¡entiéndelo! - otra vez será. No aquí, capaz más allá.

Yo escogí, me escogí. Bueno no lo sé, tal vez no a mi, tal vez no yo, tal vez fue mi ser que decidió entregar a otros lo que yo nunca recibí.

Que miedo el único camino.

Que injusticia el único camino.

Que frustración ese exacto y único camino.

¡Resignación!

Tu te lo llevaste, y se transformó en algo más grande que es incapaz de volver a su diminuta esencia.

¡Resignación!

Me resigno nuevamente al caer la noche.

Aunque he de admitir que justo antes de cerrar los ojos para dejarme llevar entre sueños entremezclados de realidades, miro al fondo del cielo estrellado de luces citadinas, respiro y con fuerte inspiración, pido aquel deseo, que no siento, pero anhelo: que vuelva a vivir en mi en su forma más cotidiana y diminuta en esencia.